Los mejores trucos para mantener frescas frutas y verduras

Venga, venga: permiso para reír. Lo creáis o no, si vais metiendo las cebollas en unas medias, y hacéis un nudo después de cada una, y las guardáis colgadas en algún lugar discreto pero aireado -tampoco pretendemos que decoréis la casa con ellas-, pueden llegar a durar la friolera de ¡medio año o más!

Estos huevos absorbe olores y absorbe humedad, que se pueden comprar en las grandes superficies, en algunas ferreterías o en los mercados, tienen otra propiedad: por otra parte absorben el gas etileno que desprenden nuestras verduras y por otra parte algunas frutas en la nevera. Este gas acelera el proceso de envejecimiento de los alimentos.

Ya las juntaremos al cocinarlas, o para hacer una deliciosa tortilla de patata y cebolla, pero antes, no. Las cebollas desprenden un gas que provoca un rápido deterioro de las patatas, así que, lejos unas de otras. Y, para alargar la vida de las patatas, ponemos entre ellas una manzana sana y veréis que no les salen brotes.

¡Cuántas veces, hablando de alguien, hemos oído aquello de "una manzana podrida estropea al resto"! Pues es cierto, pero hablando asimismo de manzanas. Lamentablemente, la mayoría de manzanas que llegan al mercado provienen de cámaras de conservación para que no se estropeen. Pero, en nuestra casa, esas condiciones ya no se mantienen, y de nuevo nos encontramos con el gas etileno. Una manzana puede emanar el gas suficiente para echar a perder las de al lado, así que, si veis alguna manzana "triste", a consumirla la primera o a separarla del resto.

Mira que son buenos, pero ¡qué pronto se estropean! Y además son la fruta que más etileno desprende por lo que mejor lejos de las demás. Tenemos soluciones para no tener que comer plátanos toda la familia durante dos días seguidos después de comprarlos. Una de ellas es envolver el tallo del plátano en papel transparente, y durarán unos tres días más de lo normal. Otra, envolverlos en papel de aluminio y un paño de cocina, y a la nevera: se pondrán feos por fuera pero se mantendrán riquísimos en su interior.

En efecto, ¿a quién le apetece una ensalada con la lechuga medio triste y sin crujiente? Hay varios trucos para conservarla: en ambos casos, hay que lavarla antes de guardarla en la nevera (de paso, es más higiénico). Una cosa es importante: no cortes la lechuga con un cuchillo, mejor arranca las hojas. Si no, se "oxidaría" por donde la hayas cortado. Para guardarla: la podemos meter en un tupper con una rejilla abajo y que cierre herméticamente, o bien podemos envolver las hojas en un paño de cocina. Asimismo es posible poner las hojas en un bol, taparlo con papel film, y poner encima una servilleta que absorberá la humedad excesiva.

Debes guardarlos en la nevera envueltos en papel de aluminio para que conserven su frescura. Eso sí: ten la precaución de escribir en el papel el contenido del paquete porque, si no, te arriesgas a abrir uno en vez de otro e ir estropeando los paquetes que no necesites.

Son fáciles de conservar. Basta con envolverlos en un paño húmedo o en papel de cocina húmedo en la nevera. Si se seca el paño o el papel, ir humedeciéndolo de vez en cuando.

¡Esta la suspendemos la mayoría! Los tomates, como fruta que son -sorprendente-, no deben guardarse en la nevera, porque pierden sabor y vitaminas. Según el punto en que estén, aguantan hasta dos semanas sin refrigerar. Y si están demasiado verdes y los quieres hacer madurar, meterlo junto con una manzana en una bolsa de papel hará milagros.

Estos pobres, castigados... Sin nevera, en un lugar fresco y seco, y ¡a oscuras! Durarán un montón.

¿Os creeríais que se pueden mantener en condiciones durante hasta dos semanas en la nevera sin estropearse? Pues se puede. Sólo hay que darles previamente un baño con una solución hecha con 1 parte de vinagre blanco y 10 de agua. Bien escurridas y secas para que no tengan sabor a vinagre, y ¡a la nevera!

Para que duren, hay que dispensarles un trato exquisito: como si fueran flores, pero en la nevera. Se colocan dentro de una bolsa de plástico y se sujeta el tallo con una goma o una cinta, y a disponer de ellas cuando hagan falta.