Principales errores en una entrevista de trabajo

Es muy difícil quitarse de encima una primera mala impresión. No olvides que una entrevista de trabajo empieza en el mismo momento en que entras en la empresa: un candidato maleducado o que haga tarde es en seguida etiquetado como despreocupado por el entrevistador. En ese caso, el único remedio que queda es excusarse con algún motivo creíble que pueda mejorar su opinión. Sin duda, este es el primer error que se puede cometer en una entrevista de trabajo.

Es preferible que piensen que vas demasiado arreglado que demasiado poco. A las preguntas: ¿me pongo corbata? ¿he de llevar traje?, en caso de duda, la respuesta es sí. Aunque la empresa se dé a conocer como "joven e informal", hay que demostrar implicación y seriedad. Si quizá, ya se verá más tarde. Eso sí, muchísimo cuidado con el efecto "pingüino". Nada de llevar una chaqueta o un traje en el que se te vea perdido o incómodo.

La diferencia entre un candidato seguro de sí mismo y uno arrogante puede ser mínima en una entrevista de trabajo. Alguien que afirme saber de todo pierde credibilidad. Hay que reforzar las afirmaciones con ejemplos, anécdotas, etc... para dar fuerza a tus propósitos. Y no tengas miedo de ser modesto con frases como "tuve la suerte de..." o "me surgió la oportunidad de ...". Eso sí, tampoco hay que autodenigrarse, o perderías toda opción en ese puesto de trabajo.

El stress en el momento de una entrevista de trabajo es un estado absolutamente normal. Pero es importante controlarlo o, al menos, no dejar que nos traicione. El entrevistador sabe ver los tics nerviosos y apreciar si no te encuentras a gusto. Procura mantenerte tranquilo. Y si sabes que te va a costar, existen múltiples ejercicios de relajación que te pueden ayudar a controlarte. Otro error es no mirar a los ojos del entrevistador: no se trata de desafiarle con la mirada, pero una mirada tuya huidiza no es conveniente, lo mejor es mostrarte natural para dar sensación de seguridad. Debes centrarte en mantener una actitud presente, concentrada e implicada. Eso jugará a tu favor.

Es importante que sepas hablar de tu recorrido académico y/o profesional con naturalidad. Ten cuidado cuando te pregunten. No se trata de recitar el currículo como si lo supieras de memoria, eso ya está escrito, sino de aportar explicaciones complementarias si hace falta. Intenta adaptar tus conocimientos a lo requerido por la empresa (según el anuncio de oferta de empleo) y pon en valor la parte del currículo que crees que más te favorece para el puesto de trabajo al que aspiras.

Aquí es donde hay que mantener la calma. A veces, la entrevista de trabajo avanza perfectamente, te sientes cada vez más a gusto... perfecto. Pero cuidado con caer en un exceso de familiaridad y ponerte a contar tu vida. Es el entrevistador quien dirige la conversación: no abordes temas personales si no es que te los pregunta. Y si lo hace, responde con discreción sin entrar en excesivos detalles.

Desde luego, en una primera entrevista, las preguntas como ¿cuánto pagan? o ¿cuántos días de vacaciones tendría? están absolutamente prohibidas. Desde luego que son temas importantes, y mucho, pero sólo será en caso de que intereses a la empresa. Alguien más preocupado por sus beneficios que por el trabajo no gusta... Habrá tiempo para hablarlo en posteriores entrevistas si te vuelven a llamar tras haber superado la primera entrevista.

A veces, los candidatos se olvidan de informarse sobre la empresa a la que optan. Leer la oferta de empleo no es suficiente. Con los medios de que disponemos hoy en día, es importante saber de la empresa y del sector, y nos ayudará a no quedarnos mudos si el entrevistador lo plantea. Por otra parte, es prueba de que nos importa y nos sentimos implicados.

Al final de una entrevista, un buen entrevistador siempre te preguntará si te queda algo por aclarar. Aquí hay que ir con cuidado: no se trata del sueldo, sino de la empresa. Una pregunta, aunque sea simple, sobre el funcionamiento de la empresa o del sector demostrará tu interés por el puesto de trabajo y tu implicación.

El desarrollo de una entrevista se rige por ciertos códigos y hay temas que no se pueden eludir. No siempre habrá preguntas-trampa, eso depende del entrevistador, pero si las hay, no debes dejar que te desestabilicen. Bloquearte no da buena impresión. Por ello, dominar tu currículo y haber pensado en la coherencia de su recorrido te permite seguridad y naturalidad. Por ejemplo, si has estado períodos en paro, no te limites a decir eso, sino aprovecha para decir que mientras tanto te formabas para otras cosas... Hay que ser positivo y mostrarse con ganas de trabajar.